jueves, 28 de julio de 2011

Rostros de la televisión penquista en 2010


Usted me parece cara conocida

Cercanos, empáticos y modestos. Así se muestran los conductores de los programas de televisión local, sin embargo, detrás de las luces y el maquillaje se esconde lo que los televidentes no alcanzan a apreciar.


Por Ivonne Vera y Carolina Reyes, alumnas de la Carrera de Periodismo, Universidad de Concepción.


El reloj marca la llegada del mediodía, y el matinal de Canal 9 Regional llega a su fin. Los conductores se despiden de sus televidentes y poco a poco los camarógrafos se retiran para grabar el programa que viene a continuación. Con la misma empatía que transmite a través de la pantalla, la periodista María José Llodrá comparte con el equipo de producción tras culminar el espacio.

Delgada, alta y bien vestida, la conductora del matinal Nuestra Casa confía en sus habilidades comunicacionales y, aunque no lo confirme, sabe que es un rostro reconocido de la televisión local. “Prefiero ser cabeza de ratón que colita de león”, señala Llodrá, ya que a pesar de sentirse atraída por los canales nacionales, sabe que es un mercado más duro, competitivo y de difícil acceso.

Sintonizamos otro canal local, y por las pantallas de TVU encontramos a un hombre histriónico, espontáneo y alegre conduciendo el matinal Siempre Juntos. Es Daniel Valdebenito, quien sin tener formación de periodista, ha desarrollado una carrera televisiva que lo apasiona. Sin embargo, la exposición pública es una situación que le desagrada enormemente debido a que “ya no soy yo, sino que soy la imagen de un canal y tengo que tener cuidado con lo que hago”.

Mientras en la mañana continúa la disputa por ganar la atención de la dueña de casa, en el horario vespertino Paula Loyola no tiene competencia. Con su programa Estilo y Vida en TVU, esta periodista llegó desde Valparaíso a presentar lo último en tendencias de moda y estética. “Lo difícil es estar siempre preocupada del vestuario y todo eso, ya que la televisión exige tener una buena imagen”. Esta conductora reconoce que ir a la peluquería y realizarse tratamientos de belleza son parte de su rutina diaria.

Cuando todos se preparan para terminar sus jornadas, una estudiante de Periodismo corre a los estudios de canal 9 regional, ya que otro capítulo de El Gallinero debe comenzar. Francisca Bastías llegó a ser conductora de este espacio juvenil por casualidad. A la joven de 21 años le brillan sus ojos azules al recordar cómo empezó. “Hice una pasantía en el matinal presentando panoramas culturales. Después de eso, me llamaron para hacer una prueba de cámara, ya que la conductora de El Gallinero había renunciado. Me pareció interesante la oferta, pues me encanta la música y la cultura, así que acepté con gusto”. Desde entonces, sus días transcurren entre la agitada vida universitaria y el estudio de televisión que comparte con dos jóvenes conductores.

El día y avanza, y con ello la parrilla programática de la televisión regional. Es cuando los rostros considerados los más serios de los canales locales aparecen. Uno de ellos es Álvaro Miguieles, conductor del espacio informativo de canal 9 regional. Su vida profesional está marcada por el esfuerzo y el compromiso, ya que a pesar de no ser periodista, logró consolidarse como un destacado comunicador en una de las áreas más potentes que sostiene canal 9. “Me siento muy afortunado de hacer lo que me gusta”.

Así como Miguieles, Héctor Veloso es el editor de contenidos de prensa de TVU y conductor del noticiero central. Se considera trabajólico y amante de los sucesos regionales, motivo que lo ha llevado a desechar la posibilidad de probar suerte en la capital. Como hombre de noticias declara que no puede estar desconectado de lo que ocurre a cada minuto, situación que le ha traído más de algún problema, ya que “mi esposa se enoja, porque siempre estoy pendiente de las informaciones y se ha convertido en proceso totalmente inconsciente”.

El televisor se apaga y es entonces cuando todos estos profesionales se dan cuenta de que la realidad que viven dista mucho de la que tienen sus homólogos de las grandes canales nacionales.

El contrato millonario que nunca llegó

Mientras rostros como Felipe Camiroaga, Rafael Araneda y Soledad Onetto reciben grandes sumas de dinero por conducir espacios televisivos en canales de señal nacional, para los presentadores regionales el dinero que reciben no deja de ser una preocupación. Los más afortunados son los que se dedican al periodismo informativo, donde según Héctor Veloso los sueldos pueden llegar a los 600 mil pesos. Bastante más optimista es el caso de Álvaro Miguieles, quien se negó a declarar sus ingresos, pero señaló que “gano bastante dinero y estoy conforme con eso”.

Paula Loyola y Francisca Bastías reconocen que más que trabajar por necesidad económica, para ellas es un pasatiempo, debido a que sus sueldos no superan los 250 mil pesos mensuales. “Mi marido se ríe y me pregunta si recibí mi mesada”, cuenta entre risas Paula Loyola, en tanto que reconoce que está dispuesta a abandonar las cámaras y las luces si aparece una oferta mejor.

Para los rostros matutinos la realidad es más llevadera, pues según Daniel Valdebenito y María José Llodrá, el medio millón de pesos que ganan es bueno, pues sólo trabajan media jornada y la exposición diaria les permite realizar eventos con empresas privadas.

A pesar de que los sueldos están acorde con la realidad local, esto no es un motivo para evadir las responsabilidades y el profesionalismo del medio que más les entretiene.

Rostros, pero nunca tanto

Si van por la calle, la gente los reconoce, pero no se acercan a molestarlos. Las personas no les piden autógrafos, y tampoco lucran con su vida privada porque la farándula todavía no se expande a regiones. En restaurantes las conductoras a veces reciben descuentos y algunos privilegios.

Todos coinciden en que el mayor problema de la televisión local es la escasez de recursos, ya que esto les impide poder realizar lo que quisieran. Además, el apoyo por parte de los auspiciadores penquistas es casi nulo, y así lo confirma Paula Loyola, quien tras recorrer todas las tiendas sin buena respuesta, se resignó a comprar su propio vestuario. “Con 250 mil pesos comprenderás que la plata se me va en la ropa y combustible para el auto, pues vivo en la Base Naval”.

Más que sentirse rostros, consideran que la actividad que escogieron es un trabajo como cualquier otro. Divertido, dinámico, con altos y bajos, y con un contacto permanente con las personas. Prefieren ver el vaso medio lleno, que medio vacío.

Habla el experto

Sebastián Grant y la televisión local

El periodista de espectáculos del Diario El Sur constantemente escribe críticas sobre los protagonistas de la pantalla regional. Él califica a los conductores como rostros entre comillas, ya que cumplen la misión de replicar lo que se hace en Santiago. “Los recursos pueden ser muy pocos, y los equipos limitados, pero eso no tiene que notarse en las transmisiones”.

Este periodista le otorga gran responsabilidad a los equipos de producción por la calidad de los programas. “Hay rostros que se eternizan en los puestos e impiden la renovación”.

Sin embargo, Grant destaca que los conductores tratan de darle una mirada regionalista a los contenidos, lo que les permite más cercanía con la gente.

martes, 8 de febrero de 2011

Don Alfredo Pacheco y Paulina Gallardo de paseo por el centro

Izquierda a derecha, H.Olea, Lothar Hemelmann, Juan Antillanca, x, Luís Santibañez (QEPD), Enrique Aracena, premio nacional de periodismo ( fotografía 1967), x, Nelson Escobar, Ernesto Montalba y Leonardo Hurtado (QEPD).
La fotografía la tomó don Hernán Bernales Palma, premio nacional de periodismo (fotografía 1959)

sábado, 8 de enero de 2011

Recuerdo de Víctor Machuca, un gran reportero gráfico

El destacado reportero gráfico, Víctor Machuca, dejó de existir a causa de una afección cardiaca el miércoles 8 de de diciembre de 2004. Machuca realizó su carrera como fotógrafo de prensa en los diarios La Patria, Crónica, Diario Color, El Sur, El Mercurio y en la corresponsalía de La Tercera en Concepción. Fue uno de los fundadores de la Asociación de Reporteros Gráficos de la Octava Región, entidad que presidió en varios períodos.

Palabras de despedida de Héctor Alarcón Manzano, Presidente Consejo Regional del Colegio de Periodistas de Chile, en Cementerio Parque del Sendero, de Penco.

Sin lugar a dudas al momento de anunciarle esta noticia a un colega o a un amigo, muchos exclamaron simplemente murió Machuca. Estimado Víctor: era como marca registrada tu apellido en el ámbito de la prensa nacional.

Sorpresa, consternación y pena... mucha pena nos causa tu partida.

Desde el 23 de febrero de 1966, cuando firmó los registros, fue incansable colaborador del Colegio de Periodistas. Captó con su cámara el acontecer diario como un auténtico Reportero Gráfico. No bastaba solo el “mono” además estaba la información referida a su acierto y la oferta para el Editor de turno de varias fotografías, lo que provocaba “problemas” debido a que era difícil elegir. Dejar afuera una foto de Machuca era complicado puesto que, prácticamente, todas estaban para publicarse.

Tenía ojo, sentido periodístico y olfato noticioso: fue reportero gráfico y periodista.

De la trayectoria dan fe los años de entrega, vocación, amor y profesionalismo. Muchas veces hablamos de "una vida dedicada a su carrera” y aquí calza muy justo. En 65 años de vida la prensa siempre fue fiel compañera, desde los ocho años.

Muchos de los que hoy estamos aquí, le conocimos sus destacados logros y su gran sentido de solidaridad, no sólo con sus pares sino con todos, lo que llevó a que nuestra Orden lo distinguiera en una ceremonia especial. También echaremos de menos su particular sentido del humor.

Se desempeñó en los diarios La Patria, Crónica y Diario Color de Concepción; y Clarín, La Tercera y El Mercurio de Santiago.

A esta hora debe estar contándole las novedades a su maestro: el Tata Bernales.

Hablarán de la Unión de Reporteros Gráficos y Camarógrafos, a la que Víctor ayudó a fundar;del semillero, del Colegio de Periodistas, de los diarios, de la vieja Leica, con seguridad de los membrillos de la parcela y recordarán hasta los trucos que debieron hacer para conseguir los mejores monos. Es casi seguro que se acercan al diálogo otro Bernales, Felindo y Fuentes...

Ya le debe haber dicho que se retiró hace cuatro años y que estaba delicado de salud... pero no como para sorprendernos con su partida.

Víctor, en nombre del Consejo Regional del Colegio de Periodistas, elevamos nuestras oraciones por ti y por tu familia.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Créanse artistas... a propósito del Premio Nacional de Periodismo Deportivo para Héctor Alarcón Manzano

Por Cristhian González Arancibia

Recuerdo con claridad la primera vez que estuvimos cerca. Fue en marzo de 1997. Había ingresado hace pocos días a estudiar Periodismo en la U de Conce y mis padres me habían regalado una grabadora de ésas con casete chiquitito. Engrupido, iba a cuanta conferencia de prensa encontraba hasta que llegué a ésa, previa a un amistoso de Colo Colo en Collao.

En la entrada, me advirtieron: “¿Usted es estudiante?”. “Sí, de la U de Conce”, respondí, como si la chapa sirviera de rompefilas. “No sé si lo dejen entrar. Está Alarcón Manzano y sólo admite periodistas titulados”, me previnieron en plena época de una lucha por la exclusividad profesional que hoy está perdida. Que la perdimos feo, pero que el “profe” ha seguido dando: presidió el Consejo Provincial del Colegio de Periodistas y encabezó algún intento por agrupar a los que cubrimos deportes. Pocos acudimos al llamado.

Héctor Alarcón Manzano es el periodista deportivo más reconocido de la Octava Región. Varias veces, en la micro de vuelta de algún entrenamiento, he sido testigo de que los choferes escuchan su programa en Radio Femenina o de fanáticos que debaten acerca de sus comentarios. Opiniones hay para todos los gustos. Si no fuera así, no tendría sentido.

Su secreto mejor guardado es de qué equipo es hincha. Tengo mis sospechas, pero nunca las ha confirmado. “Le ha costado salir del clóset”, suelo reprocharle. Aún no puedo tutearlo. No me nace.

De su carrera he sido testigo en los últimos trece años. Sospecho que me perdí una buena parte: sus comienzos en la radio Tomé, su paso por la Simón Bolívar, la Biobío o la época en que dirigió la estación local de la Chilena. No alcancé a verlo en el desaparecido Canal 5, en el que –me contaron- fue uno de los pocos que entrevistó a Paul Schaefer. Pero presencié sus discusiones con el inefable Bernardo Pelén – de quien dudo que descanse en paz- en TVU. En medio de un programa, hoy de culto, le subieron un gato al estudio. Alarcón reclamó inocencia.

Donde más compartimos fue en la universidad. Fue mi profesor en Radio y en Televisión. Era la época del informe de notas escrito en una Olimpia del año de la pera. “¿Profe, cuando le va a cambiar la cinta al notebook?”, lo desafiaba. Siempre ha dicho que fui una piedra en su zapato y que le saqué varias de las canas que adornan su cuero cabelludo. Una de sus arengas nos inspiró. “Créanse artistas”, nos dijo, sin reparar en las consecuencias de su recomendación para una camada a la que sólo le faltaban luces.

En esa época, ya competíamos. Él era parte del inventario en El Mercurio y yo daba mis primeros pasos en La Tercera y en el diario pop. Su única concesión era traerme de vuelta en su auto, si no tenía móvil.
Hoy debo agradecerle, también, su colaboración en Purofútbol.cl, un proyecto de tres amigos en el que es columnista y al que nos ilusionamos con sacarle rédito económico, aunque a los periodistas no nos preparan para eso. También, congratularme por ser su amigo, porque me lo dijo hace ya varios años. Pero fundamentalmente, felicitarlo por la alta distinción que acaba de recibir. Es el Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2010. Se lo merece.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Víctor Solar Manzano, Premio Nacional de Periodismo 1969


por Alfredo Barría Molina

Recuerdo a Víctor Solar Manzano. Lo veo en su oficina de director de fenecido”El Diario Color”, de Concepción. Había llegado allí por intervención de los hados; el periódico que hasta septiembre de 1973 había apoyado a Salvador Allende, había de cambiar su destino. Y lo cambió.
Este periodista de corazón cumplió a cabalidad su labor. No sólo mantuvo a flote el diario, también salvó a compañeros de profesión, en aquellos aciagos días acosados por la maldad y la deslealtad de muchos de sus propios colegas. En esos instantes, “Vitoco” Solar se nos apareció como un hombre íntegro, mucho más digno que los mismos que sólo le vieron errores vitales en su experiencia.
Yo estaba allí, a su lado, cuando habló con el entonces general jefe de plaza, Washington Carrasco. Gracias a él y al sentido común y buen criterio del militar, varios periodistas pudieron escapar de la persecución.
Ahora lo veo en el diario “El Sur”. Un secretario de redacción con talento y acuosidad. Memorables fueron sus escritos bajo el seudónimo de Jean d’ Agreve. Editoriales, artículos de opinión e interpretativos constituyeron muestras del mejor estilo, de sus temas de actualidad, de su infinita capacidad para penetrar en los recovecos de la historia penquista, de su infatigable labor como defensor del medio ambiente. Por eso lo vuelvo a ver ahora con una sonrisa suave y sugerente, al momento de recibir el Premio Nacional de Periodismo, el 10 de octubre de 1969. Como pocas veces el galardón recaía en un periodista de provincias. Pero la gloria no era de él, según me contó, sino del diario que fue su sentido de vida, de “el Sur”. Tan propio del periódico como los premios nacionales anteriores, el de Armando Lazcano Herrera y el de Hernán Bernales Hinojosa.
Así es. Lo observo caminar por los vetustos pasillos de su casa laboral. Me avergüenzo al recordar un error irreparable que cometí cuando yo era corrector de pruebas y trabajaba en medio de la sinfonía de las linotipias. Él había organizado un curso nacional de cuento, y así decía la “pala” que revisé. Pero no salió “cuento”, sino “cuentos”. Todo lo eché a perder, no es lo mismo hablar del género cuento, que de los cuentos. La peor sanción no fue la filípica de jefe a subordinado, sino observar su cara de desencanto por el bochorno que sufrió al ver la edición del diario con la falla esencial. Vergüenza que ahora entiendo mucho mejor que en ese tiempo. Ahora comprendo y siento el mismo respeto que Vitoco tenía por el buen uso del lenguaje, por la pulcritud del castellano.
Y lo sigo viendo. En este instante mi mujer y yo estamos en su casa de Vitacura en Santiago. El lugar donde vivía lo reflejaba. La residencia tenía la clase de un lugar refinado. Muebles antiguos, de rancia prosapia como la de él mismo, como la de su familia afincada en la historia de Concepción. Aquí nació, en Barros Arana a la altura del trece, en 1927; aquí estudió en los Padres Franceses y luego en la Universidad de Chile, donde mandó el Derecho a otra parte y prefirió el periodismo. Desde luego su itinerario inicial incluyó a Santiago y en 1950 se incorporó la Redacción de El Imparcial. Regreso a Concepción, a “El Sur”, en 1956. Otro gran periodista del periódico penquista y también Premio Nacional, don Alfredo Pacheco Barrera, cuando supo de la distinción a Solar, destacó de él las campañas que dinamizó como redactor a favor de la regionalidad y en pro de la integración de la unidad geoeconómica del Bío-Bío, la de la recuperación regional después de los terremotos de 1960, la del trato especial que ya en ese tiempo pedía a gritos para la industria del carbón, la de la modernización de los abastecimientos alimenticios, las infatigables defensas del paisaje pencopolitano. Y, agreguemos, la prestancia literaria que logró darle a “El Sur” con sus memorables Suplementos Dominicales.
¿Qué diría usted – le pregunté a otro periodista del alma, que se llama Hernán Osses Santa María – de Víctor Solar Manzano? Su respuesta fue certera e instantánea: un hombre culto, bien nacido, caballero de cuna, correcto, figura literaria. Y más aún, riguroso en su trabajo periodístico, jamás recurrió al “jaiteo” (a la palabrería, en la antigua jerga de los diarios), corregía con exactitud, poseía un estilo trabajado, limpio, coherente, documentado. Interesado en la historia de Concepción.
En la calle Castellón, entre Freire y Maipú se editó el primer periódico de Concepción “El Faro del Bío-Bío”. Víctor Solar dejó la huella y logró que la Municipalidad de entonces pusiera una placa en recuerdo de un hecho tan decisivo en el devenir de la ciudad. Él reconstituyó a trazos hechos importantes de nuestra ciudad, destacó la influencia señera de la Universidad de Concepción, la acción de familias de tradición penquista. Solar perteneció a una de ellas. Fue hijo de Víctor Solar Morel y de Elmira Manzano de Solar. El historiador Fernando Campos Harriet informa que Víctor Solar Morel era hijo del general Rolando del Solar Echeverría y de la señora Flora Morel Zegers. “Este militar-dice- fue jefe de División en Concepción, pertenecía a la rama santiaguina de los Del Solar, procedente de la rama fundada en Concepción por don Mateo de Cajival y Solar, Tesorero Real de Concepción, 31-XII.1671, su alcalde en 1668, caballero de Orden de Santiago en 1692”.
Ese rancio origen aristocrático no convirtió a Vitoco en un individuo altivo y orgulloso. Sus linajes los mezclaba con los valores de sus talentos. La inteligencia de la que disfrutó supo enseñarle a poner como Dios manda los pies sobre la tierra. La misma inteligencia que puso al servicio del periodismo.
Alfredo Pacheco logró parte de su alma, cuando le preguntó de qué manera definiría esto de ser “penquista”. “Para mí, respondió Solar, es penquista el que se dedica a Concepción. El que está sumergido en la problemática penquista y la siente con calor humano y la vive apasionadamente. No soy el autorizado para responder en esencia eso de “ser penquista”, la pregunta daría para un seminario. Pero sí hay un sentimiento primario del ser humano y su circunstancia, el mío es el de haber llegado al mundo en la calle Barros Arana, una noche de septiembre y haber recibido el agua austral del Bío-Bío”.
Su ser penquista lo llevó a defender con tenacidad los recursos naturales de la región. Y al mismo Alfredo Pacheco le aclaró sus puntos de vista: “En el plano mundial está trabada una lucha dramática, que toca ya en la posibilidad misma de subsistencia del hombre en su medio natural. Me ha tocado en suerte ser periodista de un diario que es vocero de una región en explosivo desarrollo industrial. He vivido distintas épocas de Concepción en mis ya no tan cortos años, y he apreciado (he sufrido) la tremenda presión de lo urbano sobre el contorno natural. Cada día se incorpora más en el repertorio de los deberes ciudadanos, la obligación de velar por la conservación de la naturaleza. Casi una reacción espontánea mía, ha sido la de escribir que es lo único que podemos hacer los periodistas sobre la flora, sobre la fauna, sobre las deslumbrantes bellezas de nuestro Hualpén, de nuestro río, de nuestro cielo, puro “todavía” y de cuanto constituye nuestro patrimonio natural”.
Recuerdo a Víctor Solar Manzano. Lo veo alargándome una copa de buen trago. Siento su voz, tan auténticamente educada por el verdadero mundo aristocrático que le tocó vivir; lo veo afanado escribiendo un editorial que valía la pena leer. Lo recuerdo una y otra vez batallando contra la vulgaridad. Lo veo elegante, tranquilo hasta en los momentos más difíciles. Lo recuerdo como un hombre y un periodista que no peregrinó en vano por esta vida.

domingo, 13 de junio de 2010

Carta desde Puerto Montt


Sergio Osses, ex alumno en la Carrrera de Periodismo de la Universidad de Concepción, me remitió este texto desde Puerto Montt, en donde se desempeña como editor periodístico en la Bio Bio local. Con su autorización lo publico ahora. Que lo disfruten. H Olea M

Por la cresta!!!!! fue lo primero que se me vino a la mente cuando la luz
se cortó y todo quedó obscuro como mina de carbón..Seguramente alguien
chocó con algún poste y me toca ir a cubrir el pastelazo, pero un minuto
después vino el ruido como un palo de agua, lento, extraño y las cosas se
movieron, la luna brillaba en la ventana y dejaba entrever la sombra de los
árboles meciéndose, no precisamente por el viento.

Me fui rápido a la puerta y mi temor se convirtió en pavor cuando abrí la
puerta y el auto se movía de lado a lado mientras los techos se arqueaban-
El Calbuco está con erupción- dije pensando en los pocos minutos que hay
para vestirse y comenzar a despachar- pero luego divisé hacía la cordillera
el negro horizonte, ya no había duda, las placas juguetonas pelearon, ahora
venía lo otro, bajar al plan y constatar que no había daños.

Me vestí como pude, saludé al vecino que, todavía durmiendo no sabía que
diablos pasaba, y partí en el auto mientras Puerto Montt se mantenía en la
penumbra, el teléfono sonaba y sonaba y la mujer que decía “Usted será
transferido a un buzón de mensajes” se ganó lo mejor del repertorio
garabatero, con la familia y los parientes asomando, negra noche, negras
ideas, gente en las calles asustada y vidrios en medio del camino, sin
duda- dije yo- Aquí estuvo el epicentro, qué ególatra...

Llegué a la Comandancia de Bomberos junto con el Gobernador, subimos, el
cuartel ya era centro de operaciones cuando vino la réplica, mientras
intentaba dar con una linea abierta en Conce, tamaño temblor había que
despacharlo, la voz de la “Flaca” Vejar me congeló el corazón, “Checho, en
Concepción fue terremoto, tenemos la mitad de la ciudad en el suelo,
Chechito, está la pura cagá en Conce”...Todavía se me humedecen los ojos
cuando lo recuerdo.

Mis padres, mi gente, mi vida, y los teléfonos muertos, ENTEL y la que
lo.......Don Francisco decía que CLARO está en todas partes, viejo de
mier....nada de nada, todos pensando en que ya pasaba la emergencia y yo
sabiendo que la mía comenzaba, había que abrir transmisiones y calmar a la
gente que clamaba por la Bio Bio, el show debe seguir pensaba y me fui al
edificio, serían las horas más terribles en toda mi vida, sentado en el
locutorio transmitía calma y pedía tranquilidad mientras Talcahuano se
derretía entre las olas y mi corazón agonizaba sin una palabra de mi gente.


Y así fue la cosa, pasaban las horas, amanecía en esta lluviosa ciudad, La
Radio volvía al aire y escuchábamos cada minuto lo peor de lo peor, Alto
del Río, la Plaza y la diosa Ceres, Vilugrón como siempre explicando con
esa calma que hasta es creíble, la Vicky, Marino, Don Piero- toda una
revelación- Mario Alejandro, todos, todos allá relatando la tragedia y yo
aquí, sentado frente al micrófono, oyendo como se desgarraba mi ciudad y
pensando que mis padres quizá ya no estaban...

Me fui a la casa, necesitaba ducharme, sacarme la madrugada y cambiarme
de ropa, como zombie miraba fijamente mi teléfono y nada, hablaba solo, con
Dios, con los Angeles y hasta con los perros, nada podía sacar de mi mente
la pena y el temor.

Medio día, el Intendente de la época, Sergio Galilea, citaba a conferencia
de prensa para anunciar la ayuda, y me preguntaba por mi gente, - No sé
nada Intendente- le dije conteniendo esas gotas que pesaban tanto en mis
ojos – Osses, me dijo, si necesita irse dígame no más, yo le busco un cupo
en algún vuelo de la FACH- un gesto que jamás se olvidará, así como el de
todos los que poco me conocían, de pronto termina la cita, bajo, llego al
auto y veo el teléfono que por razones obvias dejé en silencio....” 2
LLAMADAS PERDIDAS CASA”...sin pensar las devolví sin éxito hasta que sonó
nuevamente- “Hijo, estamos bien, se movió la casa, pero estamos bien- no
soy de los que creen que los hombres no pueden llorar, yo lo hice por casi
10 minutos.

Y así pasaron los días, oyendo cómo saqueaban, oyendo el lacrimógeno
mensaje de Marcelo Rivera, oyendo cómo se remecía la ciudad con cada
replica, y yo aquí, sin poder hacer nada, jamás dejaría La Radio para irme
a Conce, salvo que las cosas volvieran a su curso lo que recíen ocurrió el
miércoles, había llegado el momento de cobrar la palabra, necesitaba un
cupo para viajar y así fue, -Andate y ve a tu gente, es lo mejor que puedes
hacer- dijo Don Pablo el administrador de La Radio y de la nada estaba en
casa haciendo la mochila y cargándola de comestibles y agua, unos amigos de
verdad habían llevado algo antes a mi casa, ahora me tocaba y me fui al
Tepual, el “Chino” un control casi multifacetico me llevó, estaba a minutos
de subir al Hércules y Santiago Pablovic me aguó el completo y la bebida
que engullía...”Hay alarma de Tsunami”, por la cresta se suspende el vuelo
pensé al tiro.

Hablé con mi gente, todos bien, nada de arrancar, y ojalá se pueda volar,
cuando vi la mochila que era tragada por el gigante Hércules de la FACH me
dije “tamos daos”, de allí al abordaje y la hora y media de vuelo pasó casi
como un suspiro, a las 8 de la noche pisaba Carriel Sur, una ciudadela de
ayuda, cajas y militares, a esperar el salvoconducto, todos amigos de
todos, todos echándole pa delante, no importaba que se acabaran los papeles
para transitar, los propios efectivos de la Fuerza Area me llevaron al COT,
con mi permiso en la mano me bastaron las tres cuadras hasta la Radio para
entender que mi ciudad quedó herida grave, físicamente y en el alma.

Mi radio era una farmacia, las calles fuertemente resguardadas, las
escaleras hasta el tercer piso inagotables, el abrazo con mi gente lo más
lindo, el encuentro con los muros y las casas botadas, desgarrador, -cómo
mierda vamos a salir de todo esto- pensaba.

Me tomé los dos siguientes días para acompañar a mis padres, íbamos a
buscar agua a una vertiente cercana pues los móviles de ESSBIO quedaban
cortos, los acompañé a poner bencina luego de tres horas de cola, fui a
comprar al Bigger después de esperar otras dos, la ciudad despertaba tarde
por el toque de queda y sus habitantes asomaban a las calles timoratos y
caminando como almas en pena, sin rumbo.

Ya el sábado me reintegré a la pega, y tuve la oportunidad de recorrer la
ciudad, los edificios a mal traer, la impotencia de quienes perdieron todo,
la mal llamada “Zona cero”, pero también pude sentir ese despertar, las
ganas de salir del mal sueño, que cosa más rica sentir que nos levantamos
con el deseo de poder sacudirse el polvo telúrico de los 8,8 pese a que las
réplicas nos recordaban a cada rato que la tierra todavía se acomodaba.

Me quebré varias veces, en silencio, sin nadie a mi lado, me quebré por mi
gente, por la gente, por todo lo que vi, por todo lo que pude vivir, pero
cuando se acercaba la fecha de la vuelta, la tranquilidad ya me invadía,
las sonrisas asomaban...y así me vine...dejando en el terminal a mi
familia, a mis amigos y una parte de mi alma, fue un mes exacto de
vivencias tan intensamente lindas, de recordar calles, amigos y costumbres,
fue un mes de terremoto y de renacimientos, fue un mes de radio y de canal,
un mes guardando recuerdos, para toda la vida.